Por: Mauricio Carvajal – Corregimiento Nutibara – Frontino

Frontino, legado de templanza Histórica 

Quiero hacer una aproximación acerca del asentamiento del Santuario de “La selva”, nombre que le asignó la congregación de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena de las hermanas Lauritas al centro teológico ubicado en la Vereda Madre Laura (antes Curadiente) corregimiento Nutibara, Frontino.

El Santuario de Santa Laura en la vereda Curadientes, ahora llamada vereda Madre Laura, en Frontino, Antioquia, se inició con la llegada de la Madre Laura Montoya a esta zona para su labor misionera con la comunidad indígena Emberá Katío. En 1914, ella se trasladó a Curadientes, donde fundó una casa para su congregación, las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, y un colegio para las niñas indígenas. 

Génesis del Santuario de Santa Laura en Frontino: Historia de la Misión en la Vereda Madre Laura

I. Introducción: Desvelando el Santuario de Santa Laura en Frontino

Santa Laura Montoya Upegui (1874-1949) emerge como una figura central en la historia religiosa colombiana, reconocida como la primera y única mujer colombiana nativa canonizada como santa por el Papa Francisco en 2013.Su legado se fundamenta en una dedicación inquebrantable a la evangelización y al progreso social de las comunidades indígenas y afrodescendientes en las regiones más remotas de Colombia y más allá. Su labor desafió las normas sociales y las estructuras eclesiásticas predominantes de su época, abogando por la dignidad humana de las poblaciones marginadas. Es fundamental clarificar que, si bien el principal «Santuario de Santa Laura Montoya Upegui», donde se conservan sus restos y objetos personales, se encuentra en el barrio Belencito de Medellín, la consulta específica se refiere a un sitio en Frontino. Este lugar, históricamente conocido como Curadiente, ahora es reconocido como la «vereda Madre Laura» dentro del corregimiento de Nutibara, Frontino.

Esta ubicación posee una inmensa significación histórica y espiritual, al ser uno de los frentes misioneros más tempranos y desafiantes para Santa Laura y su incipiente congregación. El término «santuario» en este contexto alude a un sitio santificado por su presencia misionera directa y por los eventos espirituales que allí tuvieron lugar, a menudo denominado el «santuario de la selva», en contraposición a un santuario canónico que alberga reliquias principales.

La distinción en la denominación de «santuario» entre las ubicaciones asociadas con Santa Laura Montoya es crucial para una comprensión precisa de su legado. Los sitios de Medellín y Jericó son santuarios canónicos, designados formalmente por la Iglesia, que albergan reliquias o marcan lugares de nacimiento y fallecimiento. En contraste, el sitio de Frontino, aunque profundamente sagrado y un destino de peregrinación, adquiere su estatus de «santuario» a través de la presencia misionera directa de la santa y los acontecimientos espirituales que allí se manifestaron. No se trata de un templo edificado por ella en ese lugar específico, ya que el templo que construyó fue en Medellín entre 1940 y 1944.4 Esta diferencia subraya la naturaleza única del sitio de Frontino como un testimonio vivo de su misión pionera, un «santuario de la selva» que representa la materialización de su compromiso con las comunidades indígenas en su propio entorno.

Este informe tiene como objetivo detallar la historia de la creación y evolución del «Santuario de la Madre Laura» en Curadiente, Frontino. Se trazará su origen desde la labor misionera pionera de Santa Laura hasta su estado actual como lugar de peregrinación y legado espiritual, contextualizando este sitio dentro de su misión más amplia y diferenciándolo de otras ubicaciones importantes vinculadas a ella.

II. El Espíritu Pionero: Vida y Llamado Misionero de Santa Laura Montoya

Alrededor de los 39 o 40 años (aproximadamente entre 1913 y 1914), Laura Montoya tomó la decisión radical de abandonar su cómoda posición como directora de escuela en Medellín. En 1914, con el apoyo crucial de Monseñor Maximiliano Crespo, Obispo de Santa Fe de Antioquia, fundó una nueva congregación religiosa: las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, conocidas afectuosamente como las «Lauritas». Este acto representó un paso revolucionario, al lanzar a las mujeres a la vanguardia de la evangelización en América Latina y romper las estructuras tradicionales que limitaban sus roles misioneros.

La decisión de Santa Laura de abandonar una posición de prestigio y enfrentarse a la jerarquía eclesiástica de su tiempo, que a menudo mostraba reticencia hacia sus métodos y su enfoque directo en las «regiones vírgenes de la civilización», subraya la naturaleza profundamente transformadora de su misión. No se limitó a la difusión de la fe, sino que abarcó una lucha por la dignidad humana y la justicia social para los pueblos indígenas, un enfoque que era radical para una mujer a principios del siglo XX. Este contexto eleva la importancia de su presencia en Frontino, ya que fue un campo de batalla para esta visión audaz.

III. Llegada a Frontino: Semillas de un Santuario

En 1913, Laura Montoya, a sus 39 años, emprendió un arduo viaje de nueve días a lomo de bestia desde Medellín hasta Dabeiba. Su elección de Dabeiba fue estratégica, ya que era el municipio con «el mayor número de indígenas del departamento» en ese momento. Es importante destacar que, en aquel período, Dabeiba estaba administrativamente «adscrita al municipio de Frontino», lo que establece un vínculo histórico directo entre su misión inicial y la región de Frontino. Su labor misionera también se extendió a otras áreas dentro del contexto geográfico más amplio de Frontino, incluyendo Nutibara y Murrí.

Al llegar a estas zonas remotas, Laura Montoya enfrentó un escepticismo y una resistencia considerables. No solo los indígenas desconfiaban de los «civilizados», quienes a menudo los habían explotado y despreciado, sino que también encontró oposición por parte de algunas figuras eclesiásticas y autoridades locales. Un ejemplo notable ocurrió en 1912, cuando en su primer paso por Frontino, un sacerdote local, el Padre Elías, se negó a recibirla, obligándola a establecer una tienda de campaña para poder permanecer cerca de la comunidad. Esta experiencia temprana puso de manifiesto el entorno desafiante en el que se adentraba. Su enfoque misionero era distintivo: se dirigía directamente a las comunidades indígenas y a la selva «para que Jesús fuera amado y conocido por todos».Comprendía que «esas pobres mentes no admiten ideas simultáneas» y que la confianza debía ganarse conviviendo con ellos.

Curadiente, actualmente conocida como «vereda Madre Laura» en el corregimiento de Nutibara, Frontino, se erigió como un sitio fundamental para sus primeras iniciativas misioneras. Fue en este lugar donde se estableció el «santuario de la selva», lo que subraya su papel esencial en su trabajo con el pueblo indígena Catío. Este sitio fue una de las «tres ambulancias» o casas de misión que ella fundó en la región, sirviendo como base para su evangelización inmersiva. El concepto de «ambulancias» no era literal, sino una metáfora de su estrategia misionera: un enfoque móvil, receptivo y directo para llevar ayuda espiritual y práctica a las comunidades indígenas, en lugar de esperar que ellos acudieran a una iglesia fija.

Esta metodología fue crucial para establecer lazos de confianza con una población que, históricamente, había sido cautelosa con los forasteros. Así, el «santuario de la selva» en Curadiente representa un centro neurálgico de este modelo innovador e inmersivo, convirtiéndolo en un «santuario» no solo en un sentido religioso, sino también como una base segura y enriquecedora para el intercambio cultural y el cuidado espiritual.

IV. El «Santuario de la Selva»: Creación y Evolución en Curadiente (Vereda Madre Laura)

El sitio de Curadiente, hoy conocido como vereda Madre Laura, fue uno de los primeros puestos misioneros establecidos por Santa Laura y su incipiente congregación. Este lugar se convirtió en un «santuario de la selva» crucial, donde las misioneras convivieron con las comunidades indígenas, en particular con los Embera Catíos. Esta inmersión directa fue fundamental para ganarse la confianza de una población que históricamente había sido explotada y vista con «indiferencia y aún con desprecio» por los «civilizados». La creación de estas «ambulancias» o casas de misión, incluyendo Curadiente, permitió a las misioneras pasar períodos prolongados (por ejemplo, 15 días) con los indígenas, fomentando relaciones antes de intentar la catequesis formal.

En Curadiente y otros sitios de misión, Santa Laura y sus hermanas llevaron a cabo una labor tanto espiritual como práctica. Evangelizaron, educaron y formaron a niños indígenas. Más allá de la instrucción religiosa, enseñaron a los Embera Katíos a «vivir en comunidad, prevenir enfermedades, trabajar por el bien común y formar a sus hijos».

 Este enfoque holístico abordó tanto las necesidades materiales y sociales como las espirituales. Las propias experiencias de Santa Laura, incluyendo visiones (como la de las serpientes en Frontino, Nutibara, Dabeiba o Murrí, donde Dios prometió protección si no las mataban), reforzaron su convicción y el poder espiritual atribuido a su presencia en estos territorios salvajes. Un evento notable relatado en las fuentes es la milagrosa elevación de la hostia durante una Misa celebrada por un sacerdote carmelita en el campo, donde la hostia, según se informa, se posó sobre la Madre Laura, lo que significó una aprobación y presencia divina en su misión.

La designación informal de «santuario de la selva» para Curadiente resalta su profunda significación espiritual en el contexto de la obra pionera de Santa Laura. No se trataba de un templo grandioso construido por ella, ya que el templo que edificó se encuentra en Medellín y fue inaugurado entre 1940 y 1944, sino más bien de un lugar donde su misión radical echó raíces, donde se creía que ocurrían milagros y donde su interacción directa con las comunidades indígenas transformó vidas. El sitio se convirtió en un símbolo de sus «intrépidos viajes» a los «lugares vírgenes de la civilización». La «ruta misionera» de 2012, que conmemoró los 100 años de su llegada a Frontino y que culminó específicamente en el «Santuario de la Madre Laura en Curadiente, hoy vereda Madre Laura en Nutibara corregimiento de Frontino», reconoció formalmente su estatus como sitio de peregrinación.

El hecho de que Curadiente sea ahora oficialmente conocida como «vereda Madre Laura» es un testimonio del impacto duradero y el reconocimiento de la obra de Santa Laura en este lugar específico. Esta denominación refleja una profunda reverencia local y un reconocimiento institucional de su presencia histórica y legado espiritual en Frontino. El «santuario de la selva» en Curadiente es más que un mero sitio histórico; encarna el modelo pionero de trabajo misionero de Santa Laura, que priorizó la presencia, la comprensión y el apoyo integral a las comunidades indígenas. |

El «santuario» no es una edificación convencional de su época en Frontino, sino el espacio mismo donde vivió y trabajó entre los pueblos indígenas. Esto sugiere que el santuario es el lugar donde se llevaron a cabo sus esfuerzos radicales de inculturación—convivir, aprender y abogar por los pueblos indígenas—, convirtiéndolo en un testimonio vivo de su enfoque innovador que buscaba integrar la fe con las realidades locales, incluso si el objetivo final era la conversión. El suceso milagroso de la elevación de la hostia  añade un carácter sagrado a este entorno natural. Su designación informal como «santuario» por la gente y su posterior reconocimiento oficial como «Vereda Madre Laura» significan el impacto profundo y duradero de su compromiso con la inculturación.

V. Otros Sitios Significativos en Frontino Relacionados con Santa Laura

Otro sitio importante en Frontino es la Parroquia Santa Laura Montoya en La Blanquita del Murrí. Esta parroquia fue creada por decreto en 2005, inicialmente dedicada a la beata Madre Laura Montoya Upegui.

Tras su canonización en 2013, su nombre fue formalmente reformado a «Parroquia Santa Laura Montoya Upegui». Esta parroquia sirve como un centro contemporáneo para la labor pastoral continua de las Lauritas en la región de Murrí, que fue una de las áreas a las que la propia Santa Laura viajó para evangelizar. La presencia permanente de las Lauritas aquí subraya la continuidad de su misión.

Más allá de Curadiente/Nutibara y Murrí, el alcance misionero de Santa Laura se extendió a otras partes de Frontino, incluyendo Dabeiba, que administrativamente formaba parte de Frontino durante sus primeras misiones. Su trabajo en Dabeiba implicó la fundación de escuelas y «ambulancias» (casas de misión) para educar y apoyar a las comunidades indígenas. El municipio de Frontino en su totalidad, con sus diversas comunidades indígenas y afrodescendientes, fue un escenario crucial para sus esfuerzos pioneros de llevar el Evangelio a «lugares vírgenes de la civilización».

 Mientras Curadiente (Vereda Madre Laura) representa un sitio misionero original y un «santuario de la selva» establecido por la propia Santa Laura, la Parroquia en La Blanquita del Murrí fue creada significativamente más tarde (en 2005) y dedicada formalmente después de su beatificación y canonización. Esta diferencia en las fechas de establecimiento indica una institucionalización más formal y posterior de su legado dentro de la estructura eclesiástica de Frontino, distinguiéndose de la fundación orgánica y directa de sus primeras «ambulancias» misioneras. Esto demuestra cómo la influencia de Santa Laura en Frontino ha evolucionado desde una presencia misionera directa y de base hasta un reconocimiento eclesiástico formal y una labor pastoral continua, evidenciando el impacto a largo plazo de sus esfuerzos iniciales. La coexistencia de ambos tipos de sitios —un «santuario» histórico de misión y una parroquia establecida posteriormente— refleja las distintas fases de su legado perdurable.

VI. El Legado Duradero: Peregrinación y Devoción

Los sitios en Frontino, particularmente la vereda Madre Laura (Curadiente) y la Parroquia en La Blanquita del Murrí, mantienen una importancia significativa para los peregrinos y la congregación de las Misioneras Lauritas. La «ruta misionera» realizada en 2012, que se dirigió específicamente al «Santuario de la Madre Laura en Curadiente», ilustra la peregrinación continua a estos terrenos históricos de misión. Las Lauritas se dedican activamente a preservar y narrar la historia de estos lugares a cientos de miles de peregrinos. La presencia de las Lauritas en Murrí asegura la continuidad del trabajo pastoral y social en la región.

La beatificación de Santa Laura Montoya en 2004 por el Papa Juan Pablo II y su posterior canonización como santa el 12 de mayo de 2013 por el Papa Francisco elevaron su figura a la veneración universal. Este reconocimiento amplificó considerablemente la importancia de todos los sitios asociados con su vida y obra, incluidos los de Frontino.

 Su santidad atrajo una renovada atención y un aumento en las peregrinaciones a lugares como la «vereda Madre Laura», consolidando su estatus como espacios sagrados. Es notable que, si bien la labor misionera de Santa Laura en Frontino se remonta a principios del siglo XX (1912-1914), la creación formal de la parroquia en Murrí (2005) y la designación explícita de Curadiente como «vereda Madre Laura» y «santuario» en materiales promocionales (como la ruta de 2012) cobraron un impulso significativo alrededor de su beatificación (2004) y canonización (2013).

 Este patrón sugiere que su reconocimiento oficial como santa proporcionó el impulso necesario para formalizar y promover estos sitios históricos de misión como lugares de peregrinación y devoción. La canonización no solo valida la vida y los milagros de un santo, sino que también actúa como un poderoso catalizador para la institucionalización y popularización de sus espacios sagrados asociados, transformando los puestos misioneros históricos en destinos de peregrinación reconocidos. Este proceso profundiza la conexión entre las acciones históricas de la santa y la práctica religiosa contemporánea.

VII. Apuntes históricos en Nutibara

En mayo de 1914 llega por primera vez a Frontino la misionera y Santa colombiana Madre Laura Montoya, fundadora de la comunidad de las “Lauritas” o de la “Madre Laura”. En el lugar conocido como chontaduro, el 26 de febrero de 1918 se hace la primera fundación de la Madre Laura en el municipio. El día 17 de agosto de 1918 es fundada en Murrí por la Madre Laura, la primera capilla, y por la misma época de su primera visita al lejano corregimiento.

El predio donde hoy está ubicado el lugar religioso lo compro la Madre Laura a don Nepomuceno Morales, propietario de la finca por cincuenta pesos mediante escritura 117 de la notaria de Frontino y correspondió a don Manuel Gutierrez hacer la firma “a ruego” de la misma Madre mientras se encontraba en diligencias en Bogotá. Aún aparece a nombre de Santa Laura.

En 2012 con ocasión de la peregrinación del centenario el padre Carlos Arturo Sánchez párroco de Nutibara le inyectó un aire especial y un respaldo absoluto para el fortalecimiento de la fe y como reconocimiento a la santa colombiana y a su congregación de las Misioneras Lauritas.

En el sitio donde se encuentra el “santuario” sólo existía un busto de la Madre Laura alojado entre un cañaduzal, la condición del sitio era de abandono, por este hecho era inhabitable el lugar, sin embargo, no fue obstáculo para que las religiosas existentes que habitaban la casa convento en Nutibara, sólo venían algunos días desde el convento en Nutibara para hacer la tarea de evangelización a los indígenas habitantes en la vereda Curadiente. Este busto hoy tiene un sitial que recibe a todos los peregrinos y se encuentra empotrado en el sitio que Santa Laura usaba para inspirarse ante la imponencia del paisaje que disfrutaba mientras tenia sus encuentros con Dios observando La Cascada siempre fluyente, siempre en movimiento..

El párroco Carlos Arturo y la hermana Teresa Builes se pusieron al frente para restaurar el lugar, pues la casa existente era inhabitable y llena de rastrojo y había iniciado a ser invadida por los propietarios aledaños que corrían los cercos y con el padre Carlos Arturo se le comenzó a dar el interés real que el sitio ameritaba y subsanar la situación.

En el casco urbano del caserío, para la época, ya existía una casa campesina situada hacia la salida para Murrí a trescientos mts. del parque cuyo nombre era “El Otro Lado” toda vez que para ir allí se debía pasar la quebrada en un puente hecho de guadua, la ubicación es en el margen izquierdo y a través de un calle estrecha, en la casa habitada por doña María Coronado. En su rutina elaboraba la señora Coronado elaboraba panes especiales para atender a tan ilustre visita, los mismos que eran el deleite de la Madre Laura. La misionera siempre acompañada por su infatigable mula “Flores” y aprovechaba para dejarla pasar pastando la noche en el potrero mientras también ella recobraba energías luego de extenuantes jornadas para continuar luego su periplo hacia Murrí.

Este lugar de pernocta en Nutibara de la Madre Laura, era celosamente preparado por la anfitriona para que su estadía fuera cómoda y le ofreciera un real descanso. Lugar sobrio y cómodo, mientras que el riguroso ojo de doña María, encontraba ya indicios de la religiosa iba a ser una santa, por su testimonio de amor al prójimo, tal cual lo describía la señora Coronado con orgullo de tan ilustre visitante. Aún se conserva la casa en el sitio con algunas reformas estructurales y sin perder la esencia de la época.

En el santuario hay construidos tres bohíos que representan cada una de las ambulancias creadas por la Santa como soporte al proceso evangelizador. El primero representa al Pital de Dabeiba, el segundo al lugar mismo del santuario Santa Laura y el tercero a representa a Murrí.

Entre 1912 y 1918 se creó la casa misionera de Nutibara con albergue indígena y con internado para ellos mismos.

Nutibara, corregimiento donde se alberga el santuario y que a principios del siglo pasado tenia por nombre Juntas de Rioverde luego paso a llamarse Juntas de Nutibara y luego el nombre que lleva hoy fue el escenario testigo vivo del desarrollo de la misión de la santa.

Los fangos de Murrí

Hacia 1918 en la misión hacia Murrí la acompañó el cacique Indalecio. Habían otros dos Caciques en la región: Nutibara e Igidio. Entre estos con Indalecio había una discordia por la diferencia de talantes entre ellos, mientras los dos últimos eran de una vida más abierta el cacique Indalecio estaba atento a la evangelización y no llevaba una vida tan libertina. Este se diferenciaba de sus colegas por su capacidad de trabajo, la forma de organización de su comunidad y el entendimiento de la misión de la santa lo que, lo iluminó a acompañar  a la misionera a Murrí, excursión a la que se sumó también el indio Pidio Bailarin, un reconocido indígena de la región para escoltar en la salvaje selva la Santa en su cometido.

Cuenta la historia que para llegar a Murrí habría que pasar por recónditos y agrestes lugares como los tragadales de Paramillo que le impidieron a “Flores”, la mula, el tránsito por allí. Indalecio se ofreció a pasar la religiosa en un canasto improvisado.

Para dicho periplo el obispo Maximiliano Crespo las hizo vestir de monjas para que la gente no las creyera locas y las vistió con hábitos blancos y con este distintivo no solo las respetaban sino que fue el inicio como tal de la congregación. A su paso la gente empezó a identificarlas como hermanitas y pedían su bendición. Ahí nació la congregación.

VIII. Hechos importantes:

  • Llegada y Fundación:

La Madre Laura llegó a Curadientes con la intención de llevar la fe católica a la comunidad indígena y de educar a las niñas. 

  • Creación de la Casa y el Colegio:

En Curadientes, se construyó una casa para las hermanas misioneras y un colegio para las niñas indígenas, marcando el inicio de la presencia permanente de la congregación en la zona. 

  • Labor Educativa y Misionera:

La Madre Laura y sus hermanas se dedicaron a la educación y a la evangelización de los indígenas, utilizando una pedagogía del amor que buscaba la cercanía y el respeto por su cultura. 

  • Importancia del Museo Etnográfico:

La Madre Laura también impulsó la creación de un museo etnográfico con objetos representativos de diversas culturas indígenas y africanas, como parte de su labor de rescate y valoración del patrimonio cultural. 

  • Transformación a Vereda Madre Laura:

Con el tiempo, la vereda Curadientes fue rebautizada como vereda Madre Laura en honor a su fundadora, reconociendo su legado y la importancia de su obra en la zona. 

  • Lugar de Peregrinación:

El santuario y la vereda se convirtieron en un lugar de peregrinación para quienes desean conocer la vida y obra de la Madre Laura, agradecer favores recibidos o simplemente conectar con su espiritualidad. 

En síntesis, el Santuario de Santa Laura en Curadientes se originó con la llegada y la labor misionera de la Madre Laura Montoya, quien dejó una huella profunda en la comunidad indígena y en la historia de Frontino, Antioquia. 

  • El señor Arzobispo de la santa Fe de Antioquia Hugo Alberto se convirtió en el primer abispo que visita el santuario lo que le da mayor firmeza a la presencia delas religiosas y a la espiritualidad en lugar destinado a la peregrinación y a la oración

La Parroquia de Santa Laura, ubicada en el amplio valle de Murrí, fue creada por decreto N°224 del 7 de junio de 2005, por Monseñor Ignacio Gómez Aristizábal y dedicada en ese momento a la beata Madre Laura Montoya Upegui, nombrando como primer párroco al Padre Martín López Hernández y teniendo como sede, La Blanquita, vereda del corregimiento de Murrí- Frontino.

En el centro de este poblado se encuentra una imagen de Santa Laura que da la bienvenida a todos los visitantes a esta hermosa región.

  • Cómo llegar al Santuario de La Selva (Nutibara)

El Santuario está ubicado a cuatro kilómetros del casco urbano de Nutibara o a 30 desde la cabecera municipal. Saliendo de Medellín y pasando por Santa Fe de Antioquia en el sector occidental del departamento se llega al municipio de Frontino por via pavimentada y en un tiempo de recorrido de dos horas y media y una más desde allí hasta el santuario por una via destapada y en buenas condiciones. Mientras se hace el recorrido se disfruta en todo su esplendor el paisaje que cautiva a propios y visitantes y también podrán disfrutarse las estancias paneleras que con su aroma dan la bienvenida a los visitantes. Es opcional llegar hasta Nutibara, un centro poblado de unos 3 mil habitantes y por su belleza hace que su visita sea agradable y se encuentra a unos quinientos metros hasta la entrada para el lugar santo. Un agradable clima en promedio de 17°sumado a la hospitalidad y amabilidad de los habitantes hacen de su estadía una visita inolvidable.

  1. Proyectos para el fortalecimiento

Se espera a futuro la transformación de los espacios aledaños al santuario con infraestructura que fortalezca la fe y promueva de manera dinámica el turismo desde dos proyectos, a saber:

Construcción de un sitio de encuentros vocacionales y de retiros en terreno aledaño a la casa misionera. Un bohío amplio y multiusos que sirva a la vez como museo etnográfico, con zonas de descanso a visitantes en la parte inferior y un lugar de encuentros, convenciones, retiros y eventos académicos en la segunda planta.

Balneario El Chorrón. Aprovechando la existencia de este recurso natural que es una caída de agua en cascada proveniente del Alto de Cuevas en la via a Murrí y fue inspiración de Santa Laura desde donde dio rienda suelta a sus inspirados escritos llenos de una profundidad teológica y religiosa que son el vínculo divino con su misión en este territorio y la narración de os mismo convertidos en el legado para su obra misionera.

El pequeño santuario que desde hace más de 70 años existió en ese punto como ya se indicó, fue adquirido por compra de la Madre Laura muy deteriorado, constaba de un cuartico tipo bodega muy deteriorada, en este sitio había también un peque{o obelisco con una imagen de la Madre Laura construido en un material parecido al cuero. Hoy en el santuario subyace un fragmento de costilla de la santa que bajo la orientación de la Congregación se entregó a cada uno de los lugares donde ella recorrió, En cada casa misionera a lo largo del mundo y en el santuario de Madre Laura (antes Curadiente) se encuentra una pequeña astilla de su costilla, lo que le da el toque espiritual al lugar.

X. Conclusión: Un Testimonio de Fe y Misión

El «Santuario de Santa Laura en Frontino», específicamente en la vereda Madre Laura (antes Curadiente, Nutibara), no es una maravilla arquitectónica convencional, sino un sitio histórico y espiritual de profunda significación. Su «creación» emana directamente del audaz y compasivo viaje misionero de Santa Laura Montoya a la indómita Antioquia a principios del siglo XX, comenzando ya en 1912. Representa una de sus pioneras «ambulancias» o casas de misión, donde ella y su naciente congregación convivieron y sirvieron a las comunidades indígenas, forjando confianza a través de la presencia directa y el cuidado integral.

Este sitio, conocido informalmente como el «santuario de la selva», encarna su enfoque radical de evangelización, desafiando los prejuicios sociales y las normas eclesiásticas de su tiempo. Su canonización en 2013 consolidó su estatus como un destino de peregrinación significativo, asegurando que su legado de fe, servicio y defensa de los pueblos indígenas continúe inspirando y atrayendo devotos a Frontino. La transformación de Curadiente en «vereda Madre Laura» es un tributo perdurable a su huella indeleble en la región.