Por: Mons. Ignacio Gómez Aristizábal
El amor es el valor humano por excelencia, y quien no lo cultive es más bien degradante que beneficioso a la comunidad. Sin el amor no funciona ninguna comunidad familiar, local, nacional o mundial. Sobre todo el amor cristiano, que es el amor perfecto, por ser de origen divino encarnado en el ser humano y en las comunidades.
El ser humano puede ser poseedor de buenas técnicas Y estar rodeado de buenas posibilidades económicas, pero si carece del amor auténtico, no es factor de integración sino de desintegración, no es constructor de sociedad armónica sino destructor, no es portador de alegría sino de tristeza. Esto es lo estamos viendo en nuestra región, en Colombia y en el mundo: Los que poseen el amor construyen sociedad, y los que no tienen amor, destruyen. Quienes no tiene algún grado de relación con Dios en Jesucristo, fuente y modelo de todo amor, carecen de amor social. La razón es muy clara. El ser humano está construido para evolucionar hacia la madurez con base en una triple relación: naturaleza, sociedad y Dios. Quien está relacionado únicamente con la naturaleza, la sociedad y carece de la relación con Dios, fuente y modelo de amor, fracasa, Es absolutamente indispensable la relación con Dios, quien derrama su amor divino sobre el corazón humano y ablanda el corazón de piedra que poseemos los humanos cuando no tenemos el amor de Dios. Ya desde el Antiguo Testamento, a través del Profeta Ezequiel es anunciada la comunicación del amor de Dios a los seres humanos cuando dice: “Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu nuevo; les arrancaré el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en ustedes y haré que vivan según mis mandamientos, observando y cumpliendo mis leyes”. (Ezequiel 36, 26-27). Y lo que anunció Dios por medio del Profeta Ezequiel tuvo cumplimiento pleno en Jesucristo, quien el día de Pentecostés derramó su Espíritu que es fuego de amor sobre la Iglesia, dentro de la cual vive Jesús resucitado, derramando su amor en ella a lo largo de todas las épocas de la historia.
Jesucristo es la fuente y el gran modelo del amor humano. La gran tarea Jesucristo en su vida histórica fue mostrar con su vida, con sus palabras y con sus acciones la naturaleza del amor verdadero. Y no contento con esto funda su Iglesia, para que ella sea a lo largo de todos los tiempos el instrumento del que se vale Jesús para comunicar su amor a toda persona y comunidad que le busca. Jesucristo es quien comunica su amor a través de los sacramentos y de una manera especial por medio de la Santa Eucaristía. Detrás de cada sacramento está Jesucristo comunicando su amor a Dios Padre y al prójimo.
Por tanto, los Presbíteros y Obispos podemos realizar obras sociales como las educativas y sanitarias consecuencialmente al amor humano- divino que se posee, pero el papel propio y específico es, ser instrumentos de Jesucristo, para que su amor se derrame en los que le buscan, por medio de la predicación del Evangelio y la administración de los sacramentos.
EL OCCIDENTE ANTIOQUEÑO ESTÁ URGIDO DE CONSTRUIR MUCHOS FOCOS DE AMOR AUTÉNTICO.
Cada cristiano está llamado a ser un foco de amor auténtico. Mas este amor, es más perceptible a la sociedad cuando se miran grupos de personas que se aman entre sí entrañablemente con acciones determinadas en los niveles de las familias y pequeñas comunidades de 10 a 15 personas. La pastoral de la Arquidiócesis de Santa Fe de Antioquia, desde hace tiempos viene insistiendo en la creación de pequeñas comunidades para que sean focos de amor dentro de la sociedad. El amor es como el cemento que une a las personas y comunidades. El amor es el ingrediente absolutamente indispensable para activar todas las dimensiones de las personas y comunidades.
¡Cuán beneficioso sería que las Juntas Veredales y Barriales, estudien sus problemas propios y sus posibles soluciones y que a su vez se constituya la Federación Municipal que reciba y analice las reflexiones de las juntas y barrios. Que las Juntas Municipales creen la Federación Regional de las Juntas Municipales para investigar y buscar soluciones a los problemas de la Región. Que a su vez, asociada a la Asociación de Municipios del Occidente antioqueño (AMO) y demás Instituciones, eleven su clamor ante los organismos e instituciones del Departamento de Antioquia y de la Nación solicitando los recursos requeridos para solucionar los problemas. ¡Todos estos esfuerzos serán muy fecundos, si se realizan en el ámbito del amor cristiano!
SOLO EL AMOR CRISTIANO, QUE ELEVA EL AMOR HUMANO A GRANDES ALTURAS, ES CAPAZ DE IMPULSAR LAS COMUNIDADES HACIA UN MUNDO EN LA VERDAD, EN LA JUSTICIA, ¡EN LA ESPERANZA Y EN LA EQUIDAD!