#EvangelioDelDomingo | «¡Experimenta la serenidad y la paz que trae la presencia viva de Cristo resucitado en nuestras vidas! Este domingo, te invitamos a sumergirte en el Evangelio del Tercer Domingo de Pascua según Lucas 24:35-48.

En este profundo y conmovedor mensaje a través de las palabras de Jesús, quien se presenta a sus discípulos resucitados, ofreciéndoles la paz y demostrando la realidad tangible de su presencia con sus propias manos y pies. Es un momento para reflexionar sobre la centralidad de Cristo en nuestras vidas y en la Iglesia, recordando que Él es el corazón palpitante que nos guía, ilumina y llena de amor.

Su presencia nos brinda una paz profunda y duradera, disipando nuestros miedos y dudas. Adéntrate en este mensaje de esperanza y renovación, y compártelo con tus amigos y familiares para que juntos podamos celebrar la luz y la vida que nos trae la Pascua. ¡No te pierdas esta oportunidad de sentir el amor y la paz de Cristo resucitado en tu corazón!

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 24, 35-48

En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:
«Paz a vosotros».

Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo:
«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».

Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tenéis ahí algo de comer?»

Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.

Y les dijo:
«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».

Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y les dijo:
«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

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