Por: Mons. Hugo Alberto Torres Marín – Arzobispo de Santa Fe de Antioquia

En la sociedad del consumo ha comenzado la navidad con las luces y ruidos de las alboradas con derroche de pólvora, con la música parrandera que suena con estridencia y algo de morbo, con una publicidad que ofrece sobre oferta de invitaciones: compras de aguinaldos, programas variados para las vacaciones, decoraciones suntuosas de las casas y las calles, las promociones en los grandes y atractivos centros comerciales, etc. Todas estas invitaciones no dejan de ser tentadoras, triviales, engañadoras, vacías de sentido y carentes del verdadero espíritu navideño.

En la iglesia católica ha comenzado el año litúrgico con el tiempo de adviento como preparación a la navidad, es decir, al nacimiento permanente de Jesucristo en la vida personal y social, hasta el encuentro definitivo con Él. Y ha comenzado con una invitación claracaminar en la luz del Señor” (Is 2,5), “a ir alegres a la casa del Señor” (Sal. 121), ha “ponerse las armas de la luz” (Rom 13, 13), a “estar en vela” (Mt 24,42).

Estas invitaciones que nos hace y hará la Palabra de Dios en este tiempo del Adviento y la Navidad: caminar, armar y velar, tienen que ver con la Luz, esa luz que brilló para un pueblo que caminaba en tinieblas, el Príncipe de la Paz (Is 9,1-6), el Salvador, el Mesías, el Señor (Lc 2,10-14), como canta la misa de medianoche.  Es aquí donde hay que hacer el énfasis en estas fiestas decembrinas, si queremos que no se sigan paganizando.

Estos son los tiempos para reforzar la invitación a prepararse activamente para recibir la luz de Cristo en oración, estudio de la Palabra de Dios, la práctica sacramental y la solidaridad con el pobre. Para invitar permanentemente al abandono de las “falsas luces” que oscurecen el alma, empobrecen las relaciones interpersonales e impiden caminar con propósitos claros, guiados por el evangelio en un movimiento continuo, vigilante, progresivo hacia la santidad.

Para ello, encendamos una luz que alimente la Esperanza de los tiempos nuevos:

  • La luz del dialogo sincero, para que la Esperanza de una “paz desarmada y desarmante” (Jornada mundial de la paz 2026), sea una realidad en una Colombia reconciliada y perdonada.
  • La luz de la corona de adviento, para que la Esperanza, la Paz, la Alegría y el Amor, virtudes del adviento y Navidad, perduren en el año que termina y el año nuevo.
  • La luz del Pesebre, las novenas de aguinaldo, los cantos de villancicos, para que la Esperanza de la familia como “Iglesia doméstica”, sea lugar del encuentro con Cristo. 
  • La luz de las costumbres navideñas que estimulan el encuentro entre familias, sectores, amigos, alrededor del sancocho, el natilla, los buñuelos, los aguinaldos, para que la Esperanza de la comunión, la participación y misión caracterice a todas las parroquias de la arquidiócesis de Santa Fe de Antioquia.

La creatividad navideña que todo lo embellece, inspire la creatividad pastoral del sacerdote promotor y animador de la comunión eclesial.

+Hugo A. Torres Marín