Por: Mons. Ignacio Gómez Aristizábal – Arzobispo Emérito de Santa Fe de Antioquia
EN UNA SOCIEDAD DONDE CONVIVEN SECTORES SOCIALES RIQUÍSIMOS Y PAUPÉRRIMOS, NUNCA HABRÁ PAZ. “EL FRUTO DE LA JUSTICIA ES LA PAZ”. (Isaías 32, 17). SOLAMENTE EL AMOR CRISTIANO, Y NUNCA EL ODIO Y EL ARMAMENTO MILITAR, ES AGENTE DE JUSTICIA. ESTE ENUNCIADO NO ES IDEOLÓGICO SINO EVANGÉLICO
La distribución de la riqueza material en Colombia es altamente desigual. Según el Dane, el 10% más rico de la población concentra el 65% del patrimonio nacional, mientras que el 50% más pobre apenas posee el 4%. En el mundo se observa igualmente la mala distribución de la riqueza material: el 1% más rico posee una proporción significativamente mayor de la riqueza: el 45 %, mientras que la mitad más pobre de la población mundial posee menos del 5%. Alguien podría decir que los datos no son exactos, pero lo que es indiscutible es que la distribución de la riqueza material tanto en Colombia como en el mundo, es altamente escandalosa y gigantesca.
LA ARBITRARIEDAD DE LOS PODEROSOS ES UN CAUSANTE DE LA DESIGUALDAD SOCIAL. El Papa Francisco, de feliz memoria, a este respecto dice lo siguiente. “La visión que consolida la arbitrariedad del más fuerte ha propiciado inmensas desigualdades, injusticias y violencias para la mayoría de la humanidad, porque los recursos pasan a ser del primero que llega o de o del que tiene más poder: el ganador se lleva todo. El ideal de armonía, de justicia, de fraternidad y de paz que propone Jesús, está en las antípodas de semejante modelo, y así lo expresaba con respecto a los poderes de su época: “Los poderosos de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. Que no sea así entre vosotros, sino que el que quiera ser grande sea servidor” (Mateo 20, 25-26) (Encíclica Laudato Si, del Papa Francisco N°. 82)
UNA ECONMÍA SIN ALMA Y EL USO DEL HAMBRE COMO INSTRUMENTO DE GUERRA. El papa León XIV, ha publicado su primera Carta Apostólica dentro de la Jornada Mundial de la Alimentación, celebrada en Roma. En ella el papa denuncia con firmeza la dictadura de una economía sin alma y el uso del hambre como instrumento de guerra. La Exhortación, cuya misión no es otra que animar a los fieles a vivir la fe de una manera particular, se titula “Dilexit Te”, que traduce “Te he amado”, es un grito de defensa de los pobres que reafirma la opción de la Iglesia por los vulnerados y vulnerables e interpela a la conciencia colectiva para que actúe ahora sin más dilaciones.
El papa se ancla en lo humano y denuncia sin medias tintas “Un mundo, donde la pobreza se multiplica, las élites se refugian en las burbujas del lujo que las aíslan de la de realidad de las mayorías” y sin que le tiemble el pulso califica esos sistemas y señala que la “Pobreza no es un capricho del destino, ni una elección personal, sino el resultado de estructuras que perpetúan la exclusión”.
HAY QUE BUSCAR EL AMOR CRISTIANO QUE ES INFINITAMENTE SUPERIOR AL SIMPLE HUMANO. En el mundo y en Colombia hay muchas personas riquísimas en bienes materiales, técnicos, culturales y sociales pero paupérrimas en el llamado amor cristiano, absolutamente indispensable para la transformación del mundo. ¿Y qué es el amor cristiano? Existen tres amores: 1. El amor simplemente humano que emerge de la naturaleza humana que tiene algo de bello, pero es muy pequeño con las llagas inherentes de la soberbia, de la avaricia, de la gula y del pesar del bien ajeno. 2. El amor de Dios, que es perfectísimo e infinito o sea sin límites. 3. La mixtura de los dos amores mencionados y que se encuentra en la persona adorable de nuestro Señor Jesucristo, perfecto Dios y perfecto hombre. El amor cristiano lleva también el nombre de caridad infusa o sea infundida. Esta caridad la infunde Jesucristo a todas las personas que se lo piden en la oración incluyendo a todas las personas de religiones distintas a la Iglesia católica que inculpablemente no han tenido la dicha de conocer a Jesucristo, honran a Dios tal como lo han podido conocer y se esfuerzan en cumplir la ley natural. Mas para los católicos Jesucristo infunde su amor de manera especialísima a través de los sacramentos y de una manera eminente a través de la santa eucaristía. Este amor divino-humano que infunde Cristo se encarna en nuestro corazón humano, cura las llagas que caracterizan al simple amor humano y eleva la capacidad de amar al estilo de Jesucristo “He venido a traer fuego a la tierra y como quisiera que ya estuviera ardiendo” (Lucas 12, 49) LA CAUSA RADICAL DE TANTOS DESEQUILIBRIOS EN EL MUNDO E INSENSIBILIDAD HUMANA, ES LA FALTA DEL AMOR DIVINO INFUNDIDO EN LOS CORAZONES.

